Por: Ivonne Castillo
Cuando alguien que queremos atraviesa la pérdida de un ser querido, es natural que queramos estar ahí para acompañarlo, pero muchas veces no sabemos cómo hacerlo sin lastimar. Aparecen las dudas: ¿qué digo?, ¿qué evito decir?, ¿qué es normal en un duelo y qué no?
Aquí encontrarás algunas claves sencillas para acompañar con respeto y humanidad.
¿Qué es el duelo?
El duelo es el proceso natural que vivimos al perder algo o a alguien significativo: una persona, un trabajo, la salud, un proyecto, un sueño. Es un camino de adaptación a la ausencia, que se recorre con altibajos. No es una enfermedad, es una experiencia humana que necesita tiempo, paciencia y acompañamiento.
¿Qué decir y qué no decir?
A veces las frases bienintencionadas hieren más que ayudan.
Lo que sí puedes decir:
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“Lamento mucho tu pérdida.”
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“Estoy aquí para ti.”
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“Si quieres hablar, te escucho.”
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“No sé qué decir, pero quiero acompañarte.”
Lo que es mejor evitar:
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“Sé cómo te sientes.” (cada duelo es único)
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“Ya está en un lugar mejor.” (puede sentirse como invalidar el dolor presente)
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“Tienes que ser fuerte.” (necesita permitirse ser vulnerable)
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“El tiempo lo cura todo.” (el tiempo ayuda, pero no lo hace todo)
¿Qué es normal y qué no en el duelo?
El duelo se manifiesta de muchas maneras y casi todas son normales: tristeza, enojo, culpa, ansiedad, insomnio, falta de apetito, dificultad para concentrarse.
Lo que puede no ser normal y requiere buscar ayuda profesional es:
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Un dolor que no disminuye con el paso de los meses.
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Deseos de morir o pensamientos suicidas.
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Consumo excesivo de alcohol o medicamentos.
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Aislamiento total de la vida cotidiana.
¿Cómo acompañar a alguien en su duelo?
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Escucha más de lo que hablas. El mayor regalo es la presencia atenta.
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Respeta el ritmo. No apresures a la persona; cada quien tiene su propio tiempo.
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Ofrece ayuda concreta. A veces lo mejor es preguntar: “¿Quieres que te acompañe a hacer un trámite? ¿Quieres que cocinemos algo juntos?”
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Reconoce el dolor. No intentes borrarlo, solo estar ahí.
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Permite el recuerdo. Hablar de la persona que partió puede ser sanador.
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Sé paciente. El duelo no se resuelve en días ni en semanas.
La dimensión espiritual
El duelo también toca lo más profundo de nuestra fe y de nuestro corazón. Muchas personas encuentran consuelo al rezar, al confiar en que el amor no termina con la muerte y que nuestros seres queridos permanecen vivos en la memoria, en el espíritu y en la esperanza de un reencuentro.
Puedes acompañar ofreciendo una oración, compartiendo un pasaje bíblico de esperanza, o simplemente recordándole que Dios también acoge las lágrimas y el dolor. A veces, un “Pido a Dios que te dé fuerza y paz” vale más que mil explicaciones.
Acompañar es un acto de amor
Acompañar no es dar soluciones, sino ofrecer compañía, comprensión y esperanza. A veces, lo más valioso no son las palabras, sino el simple hecho de estar presentes.
Y recuerda: si en algún momento sientes que no sabes cómo seguir acompañando, existen profesionales en tanatología que pueden ayudar a caminar este proceso con humanidad, respeto y también con una mirada de fe.

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